Dos imitaciones de "Alfabeto para un niño" de José Joaquin Olmedo.
- Juan Fernando Páez Terán
- 10 dic 1980
- 2 Min. de lectura

"Imitando el Alfabeto para un niño de Don José Joaquín de Olmedo y Maruri, Juan F. Páez Terán escribió este hermoso Alfabeto moral para niñas, que vale la pena recordar"
-José Fernando Gómez, 2014
Amor guiará tus pasos, será tu fiel compañero; llega al minuto postrero asida siempre a sus brazos.
Belleza es sólo un motivo para buscar la bondad; belleza está en la verdad como un sol radiante y vivo.
Caridad pon en tus cosas y verás cómo a tu lado, florecen con sumo agrado las almas como las rosas.
Dolor te dará ocasión de pulir tus sentimientos; enseñan los sufrimientos, son escuela de valor.
Esperanza, un resplandor que tu horizonte ilumina; lucha, esfuérzate, camina, tu esperanza puesta en Dios.
Fortuna es cumbre o abismo que nos da o nos quita el hado; no hay ser más afortunado que el que se haya a sí mismo.
Gloria es nube que arrebata hacia un sueño imaginario; la vuelve el tiempo un calvario por vana, fugaz e ingrata.
Honor será el distintivo que tu conducta refleje, nada del honor te aleje, ni aún el más caro motivo.
Ilusión ¡Qué error sería fincar la existencia en ella! Más, vivir sin esa estrella, es también una agonía.
Juventud es un tesoro divino, según Darío; haz de modo que el estío de tus años, guarde su oro.
Lealtad la niña debe mantener con su creencia, su ideal, su fe, su conciencia, ¡jamás la traición aleve!
Moral, la certera guía para el camino del bien; tendrás en ella también, plenitud, paz y armonía.
Nobleza es disposición de un espíritu sereno; ella cubre el mal ajeno con el manto del perdón.
Orden pon en tus ideas, tus sueños y tus acciones, dominarás tus pasiones y serás cuanto deseas.
Paciencia es flor perfumada con un exquisito aroma; y es en la vida la coma de la frase reposada.
Quejas, si tienes que darlas guárdalas en tu interior y las de otros, con amor, acércate a consolarlas.
Religión, la firme roca donde anclarás tu moral, es tu lucha contra el mal, sigue su ley y la invoca.
Silencio es el don más raro que suele hallarse en mujer; de un verdadero querer es ancho puerto y amparo.
Tolerante solo a veces, mas nunca condescendiente con el error, y la gente te habrá de estimar con creces.
Urbanidad es el sello de una fina educación y no hay mayor distinción que distinguirse por ella.
Virtud, la sola riqueza que atesorar deberías, pues todas las alegrías son, sin ella, gran tristeza.
Yerros hay del alma humana difíciles de evitar, más, saberlos enmendar es propio de un alma sana.
Zagala sé de idealismo, siempre fresca, pura y buena y sea tu sola cadena la norma del cristianismo.
Graba, niña, en tu conciencia los principios que te he dado pues son el fruto tomado del árbol de la experiencia; que se note su presencia como luz en tu mirada; que en ella esté reflejada el consejo paternal de este alfabeto moral, con su décima IMITADA.
Comments